Buscando los colibríes (en la última foto sabrás el porqué)
Arena/ marmolina/ acrílico/ pigmento
60 cm x 70 cm
2023
Disponible
El ocelote que me ve
Un ser que tenía los ojos grandes y bonitos, un pelaje abundante y una cara que me causaba algo en el corazón, que lo hacía palpitar más y que le mandaba mensajes a mi cuerpo para vibrar a su respiro. Ese ser llegó como una golondrina a cantar en mi obscura noche, llegó como una luciérnaga para alumbrar mi paso en una noche de ausentes estrellas y que llegó como una nube grande para mostrarme muchas figuras, justo cuando miraba el cielo, y al ver las formas me llevó a navegar entre el tiempo, una fiesta de Insectos fantásticos danzaba a mi arriba y así me entretuve.
Pensé que mi pareidolia me tomaba de la mano y llevaba a crearle, darle vida, pero no, porque cuando bajé mi cara, vi como en las montañas se acostaba y me dejaba ver su perfil, como en las hojas se camuflajeaba y con las flores parpadeaba, entonces las cosas sin formas las moldeaba para encajar. Ahora que cierro los ojos, le veo flotando como un ser de misterio, luego los abro y no puedo evitar sonreír. Le veo, le siento cuando revolotea en mi estómago, cuando le canto bajito le puedo escuchar y vive cuando con felicidad agarro las tintas primas y los pinceles viejos.
Le puedo sentir justo en las tardes con los vientos que me peinan, cuando las piedras le hacen cosquillas a mis pies y cuando el polvillo de una polilla dorada cae en cada una de sus manchas para hacerle brillar, le puedo saborear con la miel, que junto con las hormigas desayuno sobre las frutas y con las semillas de mis tardes.
Estás aquí lleno de colores, lleno de esperanza, fe y muchas formas. Libre y fuerte con un ocelote que corre con dorados entre el monte.
Edwin Fierros