La Costa de Oaxaca Etapa 1. Zipolite y Mazunte
La primera etapa de nuestra ruta por la Costa de Oaxaca nos llevó a Zipolite y Mazunte. Mucha playa, viajeros, hippies, furgonetas, artesanías, olas ...
|
LA COSTA DE OAXACA ETAPA 1. ZIPOLITE Y MAZUNTE
La primera etapa de nuestra ruta por la Costa de Oaxaca nos llevó a Zipolite y Mazunte. Mucha playa, viajeros, hippies, furgonetas, artesanías, olas enormes y calor, muuuucho calor.
Poco a poco íbamos sintiendo el cambio de temperatura. Entramos a la furgoneta con chaqueta y mallas, salimos con tirantes y shorts. El famoso Zipolite, lugar fijo para travellers que vienen de California. El término “traveller” me recuerda a una curiosa conversación con un personaje español que encontramos en la playa – está ahora muy de moda esto de poner “er” en las palabras por ahí por España- el mismo personaje, minutos después… – sí, yo tengo camiones y uso un “inverter”.
Llegamos en temporada baja y no había mucho ambiente por la calle. Largos ratos en la playa leyendo, hablando… y eso sí, nos comimos un buen filete de atún!, veníamos deseándolo desde que vimos la primera marisquería y caímos en que al fin al lado del mar podíamos comer pescado! Un caprichín en un restaurante de la playa que recomiendo, Sal y Pimienta.
Quisimos vender nuestras postales pero no hubo mucho éxito ya que no había casi gente.
Decidimos ir hacia Mazunte, pueblo que me gustó mucho más, la playa es de arena y no es pequeña pero no es tan ancha como la de Zipolite. A mi no sé si será porqué soy catalana pero me gustan las calitas, vivo las playas comparándolas con las de la Costa Brava y creo que deberé de empezar a no hacerlo. Ni que fuera de allí; soy más de Barcelona que la Sagrada Familia, pero vamos, la Costa Brava me tiene el corazón robado. Volviendo al hilo, la playa de Mazunte me pareció más recogidita y acogedora. Para aparcar allí con las furgonetas nos fue más complicado. En la calle nos ponían pegas pero preguntando, encontramos un “camping”, espacio que tiene un personaje al lado de la playa con pinta de haber tenido una época mejor. Todo semi abandonado y el dato más importante o más sorprendente, la ducha olía a huevo duro. Como se puede imaginar, la ducha en la vida de furgoneta es un bien preciado. Entendemos que si pagas por una ducha esperas que sea EL momento. Quedó reducido a “momentito” cuando no sabes si quieres seguir bajo el chorro y estas más pendiente de que no te entre agua en la boca. Por suerte, la sensación post-ducha si fue decente y olimos a champú, no a huevo duro. El “Comander” (personaje que os comentaba, llevaba el camping) nos dijo tranquilamente y a la mejicana que es que no habían lavado el tanque y que podían ser las cagadas de iguana.
Mientras paseábamos por el pueblo pasó un señor vendiendo atún al que decidimos comprarle unos filetes para hacer una buena cena de despedida con los vascos. Nosotros marchábamos hacia la Laguna Manialtepec para ver la bioluminiscencia y ellos ya iban tirando algo más deprisa hacia Chiapas para intentar vender la furgoneta. Lo que fue una súper cena y una despedida al día siguiente, resultó ser un encuentro dos días después. A nosotros nos salió mal y no se vio la bioluminiscencia, así que nadie tenía muy claro su plan y seguimos viajando juntos, de hecho cruzaremos la frontera juntos, no vaya a ser!
También decir que pasaron dos cosas muy importantes, vendí una postal y tiré mi cámara al mar. Tras un gran drama y tratar de salvarla 24h en arroz, descubrí que en vez de ganármela a final de año, la full frame se había adelantado.