México ofrece en sus litorales un amplio abanico de opciones para los amantes de la playa. Por un lado tenemos aquellas que tienen todo tipo de lujos y servicios, con una gran infraestructura y resonancia a nivel tanto nacional como internacional. Pero también están esas “otras” playas, reservadas para los que buscan paz y no bullicio, contacto con la naturaleza y no grandes hoteles y sobre todo desconexión con el mundo. Y es a este segundo grupo al que pertenece la playa de Zipolite.
Enclavada en pleno centro de la costa oaxaqueña, la vista que ofrece Zipolite parece sacada de una película: Arena pura y blanca, agua cristalina que se funde en el horizonte con el cielo y apenas un puñado de turistas disfrutando de los rayos sin ningún tipo de preocupación. Un paraíso terrenal, sin duda, que guarda pese a todo algunas peculiaridades.
Esta playa de 2.5 kilómetros de longitud ganó fama mundial por cuestiones que trascienden su mera belleza física. En primer lugar se convirtió en un imán para la comunidad “hippie” que huía de la represión y del bullicio de otros destinos, por allá de los años setenta. Esta moda podrá haber pasado, pero lo que se quedó desde entonces y hasta el día de hoy es un ambiente muy bohemio en la playa.
El otro punto que volvió famosa a Zipolite fue que por muchos años fue calificada como “playa nudista”. Esto tiene su parte de verdad, pues con el paso de los años se han formado pequeñas pero siempre presentes comunidades de de bañistas que gustan de tomar el Sol “al natural”, especialmente en el sector rocoso de Zipolite, llamado “la playa del amor”, ¡toma esto en cuenta si decides ir de visita! Sin embargo, la mayor parte de los turistas andan con el tradicional traje de baño.
Joya escondida
Hay otro elemento que le otorga a Zipolite un lugar particular entre las demás playas del Pacífico nacional. Y es que si bien la arena, el ambiente y la vista que ofrece es hermosa, entrar al mar en sí es cuestión de expertos. No por nada se especula que su nombre, que viene de la lengua zapoteca, significa “playa de muertos”.
El mar en Zipolite se encuentra regularmente “picado”, como se dice popularmente. Esto quiere decir que sus corrientes y oleaje son lo suficientemente fuertes para meter en un bastantes complicasiones incluso al narrador más experto, por lo que se desarrolló un sistema de banderas para prevenir a los visitantes (verde es seguro, amarillo es precaución y rojo es peligro).
En temporada de lluvias (más o menos de julio a septiembre), los lugareños recomiendan no entrar a nadar, pues son múltiples los relatos que quienes han intentado vencer la fuerza del mar y son derrotados.
Sin embargo, la desgracia de unos es fortuna de otros, pues son muchos los surfistas que aprovechan las furiosas olas para perfeccionar su técnica. La comunidad que practica esta disciplina ha sido una de las que más se ha incrementado en años recientes en este destino turístico.
Otro de los encantos de Zipolite se encuentra en el ambiente del minúsculo pueblo que le da nombre a la playa. La infraestructura turística es discreta, pues si bien hay hoteles, no son de lujo y en general ofrecen lo indispensable para pasar una noche con las comodidades necesarias.
Pero lo que no tiene de hoteles lo tiene de diversión, una de tipo muy bohemia. La oferta es rica cuando hablamos de bares y restaurantes con los productos típicos de la región (en la gastronomía predominan naturalmente los mariscos).
Lo pequeño de la infraestructura hotelera tiene su razón de ser, pues son muchos los visitantes que llegan de “mochilazo”, sin intención de quedarse en un hotel y apostando mejor por dormir en la playa o hasta en una hamaca. La tranquilidad de la zona lo permite, y para buena parte de sus visitantes esta es una experiencia que se tiene que vivir al disfrutar de esta playa.
Un viaje para expertos y aguantadores
El encanto de ser una playa casi virgen tiene también un problema: Las vías de acceso a Zipolite no son nada sencillas. Si viajas desde Oaxaca toma la carretera federal 175, en dirección a Ejutla-Ocotlán-Mihuatlán. De allí toma el camino a Pochutla y Puerto Ángel hasta llegar a la Carretera Federal Costera 200.
El trayecto que vas a encontrar por esta vía es sinuoso y con bastantes curvas, además de que las condiciones en varios tramos del camino son de malas a regulares, por lo que la recomendación es ir con bastante cuidado, pues en temporada de lluvias puedes encontrarte con más de un contratiempo.
Si no quieres manejar todo el camino, hay buenas noticias, pues desde Oaxaca hay salidas a Pochutla en autobús, aunque el tiempo de recorrido es de siete a ocho horas. Ya en Pochutla la distancia es de 25 minutos a Zipolite, con opción de tomar taxi o transporte colectivo para llegar al destino.
Hospedaje
Muy cómodo
Si andas por Zipolite, uno de los lugares recomendados para quedarse es El Alquimista, hotel que también es restaurante y bar. Se encuentra en Colonia Roca Blanca, dirección sin nombre. Para más información, el teléfono es 044 958 587 8961
Toma nota
En la cultura popular
Zipolite tuvo un “segundo aire” de fama, cuando se rodó en su este lugar las escenas de playa de la película “Y tu mamá también” (2001), protagonizada por Maribel Verdú, Diego Luna y el tapatío Gael García.
La cinta, una de las más aclamadas del cine mexicano, fue obra del galardonado realizador Alfonso Cuarón, quien años después levantaría el premio Oscar por su trabajo en “Gravedad” (2013).
Fuente: Informador